"Durante los siglos XIX y XX se introdujo a todo lo largo de Chile el modelo de las “company towns” —nacido en Inglaterra— para la explotación minera. Éste consistía en la construcción de asentamientos urbanos junto a faenas mineras, generalmente en lugares remotos de la cordillera, en donde se hospedaba a los trabajadores y a sus familias con el fin de alcanzar mayor productividad y eficiencia. Además de las instalaciones industriales que hacían posible el procesamiento del mineral, estos asentamientos comprendían casas, escuelas, servicio de salud, comedores, pulperías, hoteles y diferentes instalaciones destinadas al engranaje social y al entretenimiento (cine, canchas deportivas, bares, radios, comisarías, salones de baile, centros de madres, iglesias, etc.); el todo de propiedad de la empresa, que era además la única empleadora. Eran simulacros empresariales de tejidos urbanos y sociales; réplicas en miniatura de pueblos o ciudades que giraban entorno a una única actividad económica —la minería— y en donde todos los ámbitos de la vida de sus habitantes, desde el laboral hasta el doméstico, eran regulados por una entidad única —la gerencia— según intereses productivos.
Puerto Cristal fue un campamento minero fundado en 1936 según este modelo urbano-industrial para la explotación de dos yacimientos de plomo y de zinc en la rivera norte del lago General Carrera, en la Patagonia chilena. Su emplazamiento, de geografía cordillerana y extremadamente accidentada, lo hacía inaccesible por tierra; su acceso se hacía a través del lago, cuyas corrientes de viento alcanzan los 100 km por hora, con olas de hasta 5 metros de altura; durante los inviernos se alcanzaban temperaturas de hasta -10 grados, acompañadas de grandes nevazones y derrumbes. A pesar de esto el campamento estuvo activo durante casi 60 años, llegando a albergar en su momento de mayor productividad a alrededor de 2000 personas. Como todos los pueblos de este tipo en Chile, Puerto Cristal fue abandonado a fines del siglo pasado, luego de que la Sociedad Vecam LTDA (empresa que en ese momento dirigía la faena) se declarara en quiebra y ordenara el desalojo de los últimos obreros.
En 2019, veintidós años después de su abandono, me enteré de la existencia de Puerto Cristal a través de una conversación con mi vecina de Puerto Guadal (otro pueblo que bordea el mismo lago, en donde estaba yo viviendo). Intrigada, llamé al día siguiente al municipio y pregunté cómo se podía visitar el sitio; el funcionario que me contestó me dijo que hablara con Brenda Melehuechun y me pasó su contacto. Brenda resultó ser la presidenta de la “Asociación Social y Cultural Los Cristalinos”; un grupo de ex mineros de Puerto Cristal, desalojados durante los años 90 y reubicados en Chile Chico, que desde 2004 realizan un viaje anual a la ruina del pueblo que alguna vez fue el suyo. Resultó ser, también, que estaban organizando un viaje extraordinario a Puerto Cristal para la semana siguiente. Brenda me invitó a ese viaje, y unos pocos días después, estaba yo embarcada con un grupo de veinte mineros retirados, en pleno invierno, camino a un retirado pueblo fantasma.
Ese primer viaje desencadenó en mi una verdadera obsesión por el lugar y su historia. La expedición anual de “Los Cristalinos” a la remota ruina del pueblo en donde nacieron y crecieron me pareció entonces —y me parece todavía— tan conmovedora como estremecedora y sugerente. Durante los cinco años siguientes viajé más de cinco veces a Puerto Cristal, entablé amistad con “Los Cristalinos”, y acumulé un amplio archivo de imágenes, documentos y testimonios relacionados al sitio.
Durante 2023 me dediqué a masticar y tratar de organizar ese archivo desde la lejanía mexicana. Éste es uno —de varios— intentos por regurgitarlo."
Cuarto de proyectos conducido por Yoshua Okón y Eduardo Thomas.
" />
"Durante los siglos XIX y XX se introdujo a todo lo largo de Chile el modelo de las “company towns” —nacido en Inglaterra— para la explotación minera. Éste consistía en la construcción de asentamientos urbanos junto a faenas mineras, generalmente en lugares remotos de la cordillera, en donde se hospedaba a los trabajadores y a sus familias con el fin de alcanzar mayor productividad y eficiencia. Además de las instalaciones industriales que hacían posible el procesamiento del mineral, estos asentamientos comprendían casas, escuelas, servicio de salud, comedores, pulperías, hoteles y diferentes instalaciones destinadas al engranaje social y al entretenimiento (cine, canchas deportivas, bares, radios, comisarías, salones de baile, centros de madres, iglesias, etc.); el todo de propiedad de la empresa, que era además la única empleadora. Eran simulacros empresariales de tejidos urbanos y sociales; réplicas en miniatura de pueblos o ciudades que giraban entorno a una única actividad económica —la minería— y en donde todos los ámbitos de la vida de sus habitantes, desde el laboral hasta el doméstico, eran regulados por una entidad única —la gerencia— según intereses productivos.
Puerto Cristal fue un campamento minero fundado en 1936 según este modelo urbano-industrial para la explotación de dos yacimientos de plomo y de zinc en la rivera norte del lago General Carrera, en la Patagonia chilena. Su emplazamiento, de geografía cordillerana y extremadamente accidentada, lo hacía inaccesible por tierra; su acceso se hacía a través del lago, cuyas corrientes de viento alcanzan los 100 km por hora, con olas de hasta 5 metros de altura; durante los inviernos se alcanzaban temperaturas de hasta -10 grados, acompañadas de grandes nevazones y derrumbes. A pesar de esto el campamento estuvo activo durante casi 60 años, llegando a albergar en su momento de mayor productividad a alrededor de 2000 personas. Como todos los pueblos de este tipo en Chile, Puerto Cristal fue abandonado a fines del siglo pasado, luego de que la Sociedad Vecam LTDA (empresa que en ese momento dirigía la faena) se declarara en quiebra y ordenara el desalojo de los últimos obreros.
En 2019, veintidós años después de su abandono, me enteré de la existencia de Puerto Cristal a través de una conversación con mi vecina de Puerto Guadal (otro pueblo que bordea el mismo lago, en donde estaba yo viviendo). Intrigada, llamé al día siguiente al municipio y pregunté cómo se podía visitar el sitio; el funcionario que me contestó me dijo que hablara con Brenda Melehuechun y me pasó su contacto. Brenda resultó ser la presidenta de la “Asociación Social y Cultural Los Cristalinos”; un grupo de ex mineros de Puerto Cristal, desalojados durante los años 90 y reubicados en Chile Chico, que desde 2004 realizan un viaje anual a la ruina del pueblo que alguna vez fue el suyo. Resultó ser, también, que estaban organizando un viaje extraordinario a Puerto Cristal para la semana siguiente. Brenda me invitó a ese viaje, y unos pocos días después, estaba yo embarcada con un grupo de veinte mineros retirados, en pleno invierno, camino a un retirado pueblo fantasma.
Ese primer viaje desencadenó en mi una verdadera obsesión por el lugar y su historia. La expedición anual de “Los Cristalinos” a la remota ruina del pueblo en donde nacieron y crecieron me pareció entonces —y me parece todavía— tan conmovedora como estremecedora y sugerente. Durante los cinco años siguientes viajé más de cinco veces a Puerto Cristal, entablé amistad con “Los Cristalinos”, y acumulé un amplio archivo de imágenes, documentos y testimonios relacionados al sitio.
Durante 2023 me dediqué a masticar y tratar de organizar ese archivo desde la lejanía mexicana. Éste es uno —de varios— intentos por regurgitarlo."
Cuarto de proyectos conducido por Yoshua Okón y Eduardo Thomas.
">