El Fuego y El Borrego

 

Esta frase de referencias bíblicas, gastronómicas o rancheras sirvió para nombrar una exhibición grupal que se dispara en varias direcciones a veces divergentes. El esfuerzo multidisciplinario de estos y estas trece jóvenes artistas puede confundir un poco al espectador, pero la intención es dejar que las obras generen entre sí ecos, resonancias, disonancias o destellos a partir de sus diferencias. ¿Cuántas exposiciones temáticas hemos visto?, y ¿en cuántas el objetivo del curador obscurece las propuestas individuales al relegar las partes para privilegiar un todo que a veces es también difuso? Quisimos evitar a toda costa alguna idea central, un eje simbólico para hacer girar un carrusel colorido cuando lo que estamos buscando es crear una estampida... o un incendio. Las obras de arte que integran esta exposición han sido realizadas por artistas que son participantes del Programa Educativo de Soma; una iniciativa dedicada a establecer puentes de interacción entre profesionales del arte de diferentes contextos y generaciones en la ciudad de México. Lo que sigue son algunas ideas en torno a estas nuevas propuestas.

 

Adriana Martínez Cuspinera diseña en cada una de sus obras un método de traducción de un código a otro. Una fórmula simple que conforma un dibujo, un objeto o un video y que sirve a ésta artista para enfatizar la falibilidad del lenguaje y su ulterior conversión en una serie precisa pero ininteligible. En la instalación Discursos a dos cuerdas, las declamaciones torpes de algunos desprestigiadísimos políticos mexicanos fueron transcritas en notación musical, para ser después ejecutadas por instrumentistas profesionales. Las promesas, divagaciones, aseveraciones, declaraciones, insistencias, reiteraciones, refutaciones, afirmaciones, descripciones, tergiversaciones, justificaciones y simulaciones de los servidores públicos conforman una melodía muy peculiar. Más que una combinatoria, el sarcasmo de Cuspinera elabora una arremedatoria; un gesto de insubordinación y desenfado muy comprensible ante la avasalladora estupidez de los poderosos. 

 

En las obras de Andrés Felipe Castaño también encontramos una disrupción del ámbito sonoro. Su investigación de las posibilidades de la música vernácula mediante el video lo han llevado, por ejemplo, a contratar un dúo de Huapangueros para narrar musicalmente la vida de Ana Mendieta, Andy Warhol y otros artistas famosos que fueron víctimas de un crimen. Otro conjunto vernáculo fue contratado para mantenerse en silencio, solamente pensando en la tonada de la música, sin ejecutarla. Para El plomazo el artista dispone una serie de platillos hechos con plomo, proveniente de balas comúnmente utilizadas por elementos policíacos y delincuentes. Los platillos de este blando metal fundido, emiten un sonido apagado al ser golpeados con una baqueta. Serán, seguramente, un reto para el talento del percusionista contratado para ejecutar una pieza en vivo el día de la inauguración.

 

Comprobamos con estos artistas una fascinación hacia el sonido, pero también con las posibilidades de desfasar las condiciones de recepción y generación de lo musical. Ling Sepúlveda elabora paisajes sonoros y conciertos con motores de automóviles. En la nave principal de la iglesia colocó una partitura en un atril iluminado con una luz cenital. El día de la inauguración una banda de trompeta, tuba y tololoche darán lectura a un texto hecho con fragmentos de corridos alusivos al surgimiento de los principales capos del Cártel de Sinaloa. Sepúlveda insiste en los efectos extraños que pueden realizarse con una tuba, por ejemplo, porque son marcadores importantes de una cultura local que  en ocasiones es intensamente festiva. El extraño recital, En todos lados matan gente, tendrá cierta dosis de humor a pesar de la violencia lacerante del contexto en el que se inspira. Es inevitable que el colosal estropicio del crimen organizado en México afecte de forma importante el arte actual. 

 

Muchos artistas inauguran una búsqueda intensa de vínculos con productos culturales definitivamente marginales, cuyo devenir escapa al registro de la “alta cultura”. La sensibilidad enciclopédica la mayoría de las veces queda perpleja ante estos especímenes pseudo etnográficos casi incomprensibles. En esta tónica María José Sesma se limita a compartir por medio del video una conversación de un grupo de mujeres a través de la aplicación WhatsApp para teléfonos móviles. Mea culpa es el registro de lo que al principio podría parecer una serie de conversaciones banales en Torreón, Coahuila, que se ve interrumpido esporádicamente por rumores de levantamientos, alertas por presuntos delincuentes en los poblados vecinos y plegarias compulsivas adornadas con emoticones. La mensajería móvil toma aquí un papel sentimental, casual y tremendo, que al parecer se vuelve crucial para la supervivencia. El resultado es un conmovedor testimonio del miedo sufrido por las clases medias ante la ola de violencia generalizada que se vive en esa ciudad. En su otra contribución en video, titulada Everything Around Us Became Gold, un par de mujeres narran, según Sesma, “sus experiencias místico-religiosas, con el fin de entrever las incongruencias que representa la realidad”.

 

Iacopo Seri y Daniel Aguilar Ruvalcaba en su primera pieza como colaboradores decidieron hacer una referencia a la historia del espacio anfitrión de la muestra, el centro cultural Ex Teresa, que abrió sus puertas a principios de los años noventa. Los dos artistas organizaron una visita guiada del recinto. Pero no se trata de una visita como cualquier otra: el guía será un profesor de la Escuela Nacional de Ciegos, que tiene su sede no lejos de ahí. En lugar de hablar de la exposición que nos ocupa, el guía describirá algunas piezas que se han exhibido durante los veinte años de existencia de este importante espacio artístico utilizando la información disponible en el centro de documentación de la institución. También, Visita guiada, tomará en cuenta los recuerdos de algunas personas que llevan 20 años trabajando ahí, que tal vez no recuerdan fechas o nombres de artistas, pero que se quedaron con recuerdos particulares de lo ocurrido. Esta narrativa que puede tomar diferentes formas, es un escalón más en la crítica discontinua que estos dos artistas han realizado sobre las instituciones artísticas. La historia del arte y su endeble construcción de cánones y anecdotarios es objeto de la crítica de esta propuesta, pero también lo es el elemento de la accesibilidad que tienen las diversas comunidades locales al arte contemporáneo. ¿Quién hace el arte? y ¿para quién? Tergiversando maliciosamente la expresión “creación de públicos”, ambos artistas cuestionan incesantemente las pretensiones jerárquicas del arte institucionalizado. Al parecer su uso y abuso de las instituciones artísticas se propone como un gatillo para un cambio de enfoque.

 

Otra artista que tomó la historia de Ex Teresa como punto de partida es Pamela Zeferino, quien en una investigación bastante amplia revisó documentos, buscó planos y se entrevistó con arquitectos que han estudiado a fondo el inmueble. Su propuesta es un intento casi obsesivo de agotar la materialidad del Ex Convento de Santa Teresa la Antigua; muy afín a los procesos realizados en la zona de Ciudad Nezahualcóyotl en proyectos anteriores. La información obtenida se traduce en objetos que dan evidencia de diferentes características de la construcción y forman parte de una investigación sobre la inestabilidad del suelo en el Valle de México. En Resultantes del desplome I y II, la precariedad de las columnas se hace visible por medio de triángulos de estuco que revelan su acentuado ángulo de inclinación. Los planos con las diferentes modificaciones y rupturas del edificio a través de su historia, se han grabado en una laja encontrada in situ que cuelga del techo.

 

Manuela García construyó un columpio doble en la nave principal del templo. Esta obra, relativamente sobria contrasta con otras piezas de la artista que usan mensajes más explícitos, como su interacción con presuntos traficantes de drogas en Tepito y un video que muestra un mimeógrafo imprimiendo incesantemente la palabra “fraude”. El columpio (Péndulos), que implica la colaboración de dos personas que tienen que negociar sus respectivos pesos, dialoga con un video titulado Sostenerse no es más que otra forma de caer, en el cual una persona se encuentra parada en un vagón del metro, luchando por su estabilidad ante la aceleración y desaceleración del tren.

 

Fernando Pizarro investiga desde hace rato diferentes procesos físicos, biológicos y patológicos. En el último año experimenta con la elaboración casera de nuevos materiales emprendiendo una exploración física, estética y contextual de éstos, además de sus sistemas de producción. Su propuesta, Materia, es una aproximación a un material cultivado a través de un proceso de fermentación de té verde y azúcar con bacterias y levadura. Usando éste material evoca la simple fantasía de la construcción de un muro cultivado biológicamente que dialoga con el espacio que lo rodea; los muros, columnas y vitrales de una iglesia en hundimiento. 

 

Presenciamos en muchos casos una reconfiguración del canon del arte contemporáneo de posguerra, el post-minimalismo y el conceptualismo entre otros movimientos ya clásicos, pero el arte hoy es testimonio de un estado tecnológico muy diferente, inmerso en la sustentabilidad de las industrias y consciente de la expansión global de los sistemas de producción.

 

La circulación de los objetos en los procesos de consumo es el ámbito que escogió Anamaya Farthing-Kohl para realizar una serie de múltiples y anuncios infomerciales que, a pesar de su fino sentido del humor, tienen también rasgos sutiles y poéticos. Para esta exposición la artista norteamericana produjo cientos de servilletas de papel en las que se ha impreso en relieve la frase: “Vivimos en un mundo donde aquello que da forma a nuestras vidas es invisible”. En su proyecto, Papel para distribuir, la adopción de objetos deleznables de nuestro entorno da una vuelta de tuerca a la práctica del ready made, que un siglo después de su invención se integra perfectamente a una red de intercambio informático y comercial. La banalidad del infomercial parece ser idónea para una transgresión novedosa del aura del objeto artístico, que además en este caso se extiende a las fondas que rodean al Ex Teresa, donde algunos comensales limpiarán sus manos y labios con estas servilletas sin tener noción alguna de su filiación anti-estética.

 

Kimberlee Córdova elabora una crítica de los sistemas económicos globales a partir de una cierta cercanía con el contexto social de una compañía financiera norteamericana. Sus proyectos, que estudian de manera muy precisa el fetichismo del capital especulativo, han abordado los premios que se otorgan entre sí los expertos financieros y los ejecutivos de ese famoso 1%. Córdova estudia los símbolos de estatus y la motivación de los poderosos, en este caso el Vellocino de Oro que forma el logotipo de la marca de ropa Brooks Brothers. La escultura, titulada La lana que queda, está hecha con hilos de lana y hielo a la manera de un adorno suntuoso para un banquete, diseñado para derretirse en un anti-clímax elocuente. Las obras de Córdova son vestigios y artilugios que describen parcialmente la micropolítica de la parte de la población que ejerce la dominación económica.

 

La desintegración literal del dinero es el elemento principal en la instalación de Joshua Jobb, quien ha limado con paciencia 263 monedas de “mil viejos pesos” hasta convertirlas en un polvo fino y dorado que esparció sobre el suelo de la parte central de la capilla de Nuestro Señor de Santa Teresa. Pero aquí la intervención es más poética que crítica. Como en otras obras de este artista, lo importante es la sensibilidad ante los materiales y la vivencia levemente distorsionada de la cotidianeidad y del espacio cotidiano. Las monedas pulverizadas hacen un juego interesante con la pátina dorada de las columnas de la capilla. El vínculo entre lo divino y lo económico aparece también en los proyectos de Córdova y Sesma, pero las intenciones de Joshua Jobb son bastante más crípticas, empezando por la elección del título: Peso ligero. La intención de Jobb, “la pulverización de todas las  monedas fuera de circulación que hay en el mundo”, es titánica y enigmática. Quizá se trata de una respuesta estimulante y absurda ante la compulsión por el dinero que afecta inevitablemente nuestras relaciones humanas. Quizá es el gesto anti-alquímico y pseudo-esotérico de un eremita del siglo XIX.

 

La historia del urbanismo es el trasfondo del proyecto más reciente de José María Rubio, que, en sus propias palabras, presenta la Unidad Habitacional Presidente Kennedy como un objeto encontrado. Sobre un plano y por medio de proyecciones señala la transformación paulatina de la utopía modernista en una mole disfuncional que engulle los jardines y los espacios abiertos. El artista colombiano ha pasado un tiempo considerable estudiando las relaciones sociales y espaciales de la comunidad localizada en el edificio diseñado por los arquitectos Mario Pani y Agustín Landa, reflexionando acerca de la manera en que la planeación central se ve rebasada por un proceso cada vez más intenso de proliferación y circulación de personas, automóviles, bienes, etc. El registro de este tipo de edificios tiene un sabor decepcionante y nostálgico. A la vez, esta visión crítica se torna indispensable en la época del capitalismo catastrófico, donde la imposibilidad de establecer un plan de regulaciones verdaderamente civilizadas e igualitarias es un rastro del desastre estratificado en el que se desvanecen el American Dream y el ensueño mexicano.

 

Así es como termina el muestrario de la energía de los artistas jóvenes que han aceptado reunirse en este breve experimento. Esta exposición es resultado de un proceso de discusión con artistas y curadores más experimentados, que aportaron consejos y críticas que fueron desdeñadas, adaptadas, mal entendidas o rebotadas por los expositores. Creo que las obras sobrevivieron al huracán que implica la confrontación con interlocutores severos. La espontaneidad de los y las artistas jóvenes como los que aquí revisamos es el antídoto perfecto al automatismo y la entropía que periódicamente invade la producción del arte. 

 

Eduardo Abaroa 

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El Fuego y El Borrego

 

Esta frase de referencias bíblicas, gastronómicas o rancheras sirvió para nombrar una exhibición grupal que se dispara en varias direcciones a veces divergentes. El esfuerzo multidisciplinario de estos y estas trece jóvenes artistas puede confundir un poco al espectador, pero la intención es dejar que las obras generen entre sí ecos, resonancias, disonancias o destellos a partir de sus diferencias. ¿Cuántas exposiciones temáticas hemos visto?, y ¿en cuántas el objetivo del curador obscurece las propuestas individuales al relegar las partes para privilegiar un todo que a veces es también difuso? Quisimos evitar a toda costa alguna idea central, un eje simbólico para hacer girar un carrusel colorido cuando lo que estamos buscando es crear una estampida... o un incendio. Las obras de arte que integran esta exposición han sido realizadas por artistas que son participantes del Programa Educativo de Soma; una iniciativa dedicada a establecer puentes de interacción entre profesionales del arte de diferentes contextos y generaciones en la ciudad de México. Lo que sigue son algunas ideas en torno a estas nuevas propuestas.

 

Adriana Martínez Cuspinera diseña en cada una de sus obras un método de traducción de un código a otro. Una fórmula simple que conforma un dibujo, un objeto o un video y que sirve a ésta artista para enfatizar la falibilidad del lenguaje y su ulterior conversión en una serie precisa pero ininteligible. En la instalación Discursos a dos cuerdas, las declamaciones torpes de algunos desprestigiadísimos políticos mexicanos fueron transcritas en notación musical, para ser después ejecutadas por instrumentistas profesionales. Las promesas, divagaciones, aseveraciones, declaraciones, insistencias, reiteraciones, refutaciones, afirmaciones, descripciones, tergiversaciones, justificaciones y simulaciones de los servidores públicos conforman una melodía muy peculiar. Más que una combinatoria, el sarcasmo de Cuspinera elabora una arremedatoria; un gesto de insubordinación y desenfado muy comprensible ante la avasalladora estupidez de los poderosos. 

 

En las obras de Andrés Felipe Castaño también encontramos una disrupción del ámbito sonoro. Su investigación de las posibilidades de la música vernácula mediante el video lo han llevado, por ejemplo, a contratar un dúo de Huapangueros para narrar musicalmente la vida de Ana Mendieta, Andy Warhol y otros artistas famosos que fueron víctimas de un crimen. Otro conjunto vernáculo fue contratado para mantenerse en silencio, solamente pensando en la tonada de la música, sin ejecutarla. Para El plomazo el artista dispone una serie de platillos hechos con plomo, proveniente de balas comúnmente utilizadas por elementos policíacos y delincuentes. Los platillos de este blando metal fundido, emiten un sonido apagado al ser golpeados con una baqueta. Serán, seguramente, un reto para el talento del percusionista contratado para ejecutar una pieza en vivo el día de la inauguración.

 

Comprobamos con estos artistas una fascinación hacia el sonido, pero también con las posibilidades de desfasar las condiciones de recepción y generación de lo musical. Ling Sepúlveda elabora paisajes sonoros y conciertos con motores de automóviles. En la nave principal de la iglesia colocó una partitura en un atril iluminado con una luz cenital. El día de la inauguración una banda de trompeta, tuba y tololoche darán lectura a un texto hecho con fragmentos de corridos alusivos al surgimiento de los principales capos del Cártel de Sinaloa. Sepúlveda insiste en los efectos extraños que pueden realizarse con una tuba, por ejemplo, porque son marcadores importantes de una cultura local que  en ocasiones es intensamente festiva. El extraño recital, En todos lados matan gente, tendrá cierta dosis de humor a pesar de la violencia lacerante del contexto en el que se inspira. Es inevitable que el colosal estropicio del crimen organizado en México afecte de forma importante el arte actual. 

 

Muchos artistas inauguran una búsqueda intensa de vínculos con productos culturales definitivamente marginales, cuyo devenir escapa al registro de la “alta cultura”. La sensibilidad enciclopédica la mayoría de las veces queda perpleja ante estos especímenes pseudo etnográficos casi incomprensibles. En esta tónica María José Sesma se limita a compartir por medio del video una conversación de un grupo de mujeres a través de la aplicación WhatsApp para teléfonos móviles. Mea culpa es el registro de lo que al principio podría parecer una serie de conversaciones banales en Torreón, Coahuila, que se ve interrumpido esporádicamente por rumores de levantamientos, alertas por presuntos delincuentes en los poblados vecinos y plegarias compulsivas adornadas con emoticones. La mensajería móvil toma aquí un papel sentimental, casual y tremendo, que al parecer se vuelve crucial para la supervivencia. El resultado es un conmovedor testimonio del miedo sufrido por las clases medias ante la ola de violencia generalizada que se vive en esa ciudad. En su otra contribución en video, titulada Everything Around Us Became Gold, un par de mujeres narran, según Sesma, “sus experiencias místico-religiosas, con el fin de entrever las incongruencias que representa la realidad”.

 

Iacopo Seri y Daniel Aguilar Ruvalcaba en su primera pieza como colaboradores decidieron hacer una referencia a la historia del espacio anfitrión de la muestra, el centro cultural Ex Teresa, que abrió sus puertas a principios de los años noventa. Los dos artistas organizaron una visita guiada del recinto. Pero no se trata de una visita como cualquier otra: el guía será un profesor de la Escuela Nacional de Ciegos, que tiene su sede no lejos de ahí. En lugar de hablar de la exposición que nos ocupa, el guía describirá algunas piezas que se han exhibido durante los veinte años de existencia de este importante espacio artístico utilizando la información disponible en el centro de documentación de la institución. También, Visita guiada, tomará en cuenta los recuerdos de algunas personas que llevan 20 años trabajando ahí, que tal vez no recuerdan fechas o nombres de artistas, pero que se quedaron con recuerdos particulares de lo ocurrido. Esta narrativa que puede tomar diferentes formas, es un escalón más en la crítica discontinua que estos dos artistas han realizado sobre las instituciones artísticas. La historia del arte y su endeble construcción de cánones y anecdotarios es objeto de la crítica de esta propuesta, pero también lo es el elemento de la accesibilidad que tienen las diversas comunidades locales al arte contemporáneo. ¿Quién hace el arte? y ¿para quién? Tergiversando maliciosamente la expresión “creación de públicos”, ambos artistas cuestionan incesantemente las pretensiones jerárquicas del arte institucionalizado. Al parecer su uso y abuso de las instituciones artísticas se propone como un gatillo para un cambio de enfoque.

 

Otra artista que tomó la historia de Ex Teresa como punto de partida es Pamela Zeferino, quien en una investigación bastante amplia revisó documentos, buscó planos y se entrevistó con arquitectos que han estudiado a fondo el inmueble. Su propuesta es un intento casi obsesivo de agotar la materialidad del Ex Convento de Santa Teresa la Antigua; muy afín a los procesos realizados en la zona de Ciudad Nezahualcóyotl en proyectos anteriores. La información obtenida se traduce en objetos que dan evidencia de diferentes características de la construcción y forman parte de una investigación sobre la inestabilidad del suelo en el Valle de México. En Resultantes del desplome I y II, la precariedad de las columnas se hace visible por medio de triángulos de estuco que revelan su acentuado ángulo de inclinación. Los planos con las diferentes modificaciones y rupturas del edificio a través de su historia, se han grabado en una laja encontrada in situ que cuelga del techo.

 

Manuela García construyó un columpio doble en la nave principal del templo. Esta obra, relativamente sobria contrasta con otras piezas de la artista que usan mensajes más explícitos, como su interacción con presuntos traficantes de drogas en Tepito y un video que muestra un mimeógrafo imprimiendo incesantemente la palabra “fraude”. El columpio (Péndulos), que implica la colaboración de dos personas que tienen que negociar sus respectivos pesos, dialoga con un video titulado Sostenerse no es más que otra forma de caer, en el cual una persona se encuentra parada en un vagón del metro, luchando por su estabilidad ante la aceleración y desaceleración del tren.

 

Fernando Pizarro investiga desde hace rato diferentes procesos físicos, biológicos y patológicos. En el último año experimenta con la elaboración casera de nuevos materiales emprendiendo una exploración física, estética y contextual de éstos, además de sus sistemas de producción. Su propuesta, Materia, es una aproximación a un material cultivado a través de un proceso de fermentación de té verde y azúcar con bacterias y levadura. Usando éste material evoca la simple fantasía de la construcción de un muro cultivado biológicamente que dialoga con el espacio que lo rodea; los muros, columnas y vitrales de una iglesia en hundimiento. 

 

Presenciamos en muchos casos una reconfiguración del canon del arte contemporáneo de posguerra, el post-minimalismo y el conceptualismo entre otros movimientos ya clásicos, pero el arte hoy es testimonio de un estado tecnológico muy diferente, inmerso en la sustentabilidad de las industrias y consciente de la expansión global de los sistemas de producción.

 

La circulación de los objetos en los procesos de consumo es el ámbito que escogió Anamaya Farthing-Kohl para realizar una serie de múltiples y anuncios infomerciales que, a pesar de su fino sentido del humor, tienen también rasgos sutiles y poéticos. Para esta exposición la artista norteamericana produjo cientos de servilletas de papel en las que se ha impreso en relieve la frase: “Vivimos en un mundo donde aquello que da forma a nuestras vidas es invisible”. En su proyecto, Papel para distribuir, la adopción de objetos deleznables de nuestro entorno da una vuelta de tuerca a la práctica del ready made, que un siglo después de su invención se integra perfectamente a una red de intercambio informático y comercial. La banalidad del infomercial parece ser idónea para una transgresión novedosa del aura del objeto artístico, que además en este caso se extiende a las fondas que rodean al Ex Teresa, donde algunos comensales limpiarán sus manos y labios con estas servilletas sin tener noción alguna de su filiación anti-estética.

 

Kimberlee Córdova elabora una crítica de los sistemas económicos globales a partir de una cierta cercanía con el contexto social de una compañía financiera norteamericana. Sus proyectos, que estudian de manera muy precisa el fetichismo del capital especulativo, han abordado los premios que se otorgan entre sí los expertos financieros y los ejecutivos de ese famoso 1%. Córdova estudia los símbolos de estatus y la motivación de los poderosos, en este caso el Vellocino de Oro que forma el logotipo de la marca de ropa Brooks Brothers. La escultura, titulada La lana que queda, está hecha con hilos de lana y hielo a la manera de un adorno suntuoso para un banquete, diseñado para derretirse en un anti-clímax elocuente. Las obras de Córdova son vestigios y artilugios que describen parcialmente la micropolítica de la parte de la población que ejerce la dominación económica.

 

La desintegración literal del dinero es el elemento principal en la instalación de Joshua Jobb, quien ha limado con paciencia 263 monedas de “mil viejos pesos” hasta convertirlas en un polvo fino y dorado que esparció sobre el suelo de la parte central de la capilla de Nuestro Señor de Santa Teresa. Pero aquí la intervención es más poética que crítica. Como en otras obras de este artista, lo importante es la sensibilidad ante los materiales y la vivencia levemente distorsionada de la cotidianeidad y del espacio cotidiano. Las monedas pulverizadas hacen un juego interesante con la pátina dorada de las columnas de la capilla. El vínculo entre lo divino y lo económico aparece también en los proyectos de Córdova y Sesma, pero las intenciones de Joshua Jobb son bastante más crípticas, empezando por la elección del título: Peso ligero. La intención de Jobb, “la pulverización de todas las  monedas fuera de circulación que hay en el mundo”, es titánica y enigmática. Quizá se trata de una respuesta estimulante y absurda ante la compulsión por el dinero que afecta inevitablemente nuestras relaciones humanas. Quizá es el gesto anti-alquímico y pseudo-esotérico de un eremita del siglo XIX.

 

La historia del urbanismo es el trasfondo del proyecto más reciente de José María Rubio, que, en sus propias palabras, presenta la Unidad Habitacional Presidente Kennedy como un objeto encontrado. Sobre un plano y por medio de proyecciones señala la transformación paulatina de la utopía modernista en una mole disfuncional que engulle los jardines y los espacios abiertos. El artista colombiano ha pasado un tiempo considerable estudiando las relaciones sociales y espaciales de la comunidad localizada en el edificio diseñado por los arquitectos Mario Pani y Agustín Landa, reflexionando acerca de la manera en que la planeación central se ve rebasada por un proceso cada vez más intenso de proliferación y circulación de personas, automóviles, bienes, etc. El registro de este tipo de edificios tiene un sabor decepcionante y nostálgico. A la vez, esta visión crítica se torna indispensable en la época del capitalismo catastrófico, donde la imposibilidad de establecer un plan de regulaciones verdaderamente civilizadas e igualitarias es un rastro del desastre estratificado en el que se desvanecen el American Dream y el ensueño mexicano.

 

Así es como termina el muestrario de la energía de los artistas jóvenes que han aceptado reunirse en este breve experimento. Esta exposición es resultado de un proceso de discusión con artistas y curadores más experimentados, que aportaron consejos y críticas que fueron desdeñadas, adaptadas, mal entendidas o rebotadas por los expositores. Creo que las obras sobrevivieron al huracán que implica la confrontación con interlocutores severos. La espontaneidad de los y las artistas jóvenes como los que aquí revisamos es el antídoto perfecto al automatismo y la entropía que periódicamente invade la producción del arte. 

 

Eduardo Abaroa 

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