“Dios te salve Dolorosa

Madre de nuestros consuelos

Líbranos señora nuestra

De las penas del Infierno.

 

Por ese puñal sangriento

Que tienes atravesado

No permitas tu señora

Que mi alma muera en pecado.

 

Las voces de este alabado

Son flores que Dios envía

Tres veces tiembla el infierno

Con el nombre de María

 

Y esto es por todos los siglos

Y de los siglos amen.”

 

Con esto se da inicio a lo que se considera que es la noche donde se mezclan los vivos con los muertos y las almas se materializan en los danzantes.

 

SEGUNDO TEMBLOR

 

El hombre forastero prepara su vestuario. En este, son vertidas cualquier cantidad de referencias y símbolos personales. Etla es un pueblo rico en leyendas. Todo es posible, caricaturas, políticos, figuras religiosas y criaturas, se mezclan dando forma al imaginario que hace a cada traje único y distintivo. Los trajes son hechos a mano con la ayuda de sus familias o comisionándolos con meses de anticipación a algunos miembros de la comunidad que en estas fechas ofrecen sus habilidades como sastres y se encargan del diseño y producción.

 

La imaginación como un recurso para traer a la vida las más profundas visiones de cada forastero: máscaras con cuernos, garras, capas y faldas adornados de cientos de espejos. Cada parte del traje es elaborada con durabilidad, ya que el ritual es largo y deben de soportar por horas.

 

TERCER TEMBLOR

 

Llegada la noche del primero de noviembre, los forasteros toman las calles enmascarados y en completo anonimato, su energía y el sonido de los cascabeles que adornan sus trajes, invitan a los recién llegados espíritus a entrar en sus cuerpos siendo ahora libres de hacer su santa o profana voluntad. Los espejos tienen el fin de alejar a las brujas y demonios que buscan arrebatarles el alma y arrastrarlos al infierno.

 

En la ejecución del ritual se mezclan los principales elementos de la celebración: los trajes, y la música de banda, conformada por instrumentos de viento y percusiones que provocan en los forasteros un eufórico transe que se manifiesta en danzas enérgicas,

 

Los habitantes de Etla se unen al festejo y el contingente de músicos es seguido por diablos y criaturas fantásticas que recorren diversas casas en la comunidad. Sus anfitriones les reciben y obsequian comida y bebida. El mezcal ayudará a que los danzantes recuperen sus fuerzas y puedan continuar su festejo por largas horas. La muerteada es una fantasía colectiva en la que las cosmovisiones prehispánicas y cristianas se juntan para celebrar en comunión el ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento.

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Madre de nuestros consuelos

Líbranos señora nuestra

De las penas del Infierno.

 

Por ese puñal sangriento

Que tienes atravesado

No permitas tu señora

Que mi alma muera en pecado.

 

Las voces de este alabado

Son flores que Dios envía

Tres veces tiembla el infierno

Con el nombre de María

 

Y esto es por todos los siglos

Y de los siglos amen.”

 

Con esto se da inicio a lo que se considera que es la noche donde se mezclan los vivos con los muertos y las almas se materializan en los danzantes.

 

SEGUNDO TEMBLOR

 

El hombre forastero prepara su vestuario. En este, son vertidas cualquier cantidad de referencias y símbolos personales. Etla es un pueblo rico en leyendas. Todo es posible, caricaturas, políticos, figuras religiosas y criaturas, se mezclan dando forma al imaginario que hace a cada traje único y distintivo. Los trajes son hechos a mano con la ayuda de sus familias o comisionándolos con meses de anticipación a algunos miembros de la comunidad que en estas fechas ofrecen sus habilidades como sastres y se encargan del diseño y producción.

 

La imaginación como un recurso para traer a la vida las más profundas visiones de cada forastero: máscaras con cuernos, garras, capas y faldas adornados de cientos de espejos. Cada parte del traje es elaborada con durabilidad, ya que el ritual es largo y deben de soportar por horas.

 

TERCER TEMBLOR

 

Llegada la noche del primero de noviembre, los forasteros toman las calles enmascarados y en completo anonimato, su energía y el sonido de los cascabeles que adornan sus trajes, invitan a los recién llegados espíritus a entrar en sus cuerpos siendo ahora libres de hacer su santa o profana voluntad. Los espejos tienen el fin de alejar a las brujas y demonios que buscan arrebatarles el alma y arrastrarlos al infierno.

 

En la ejecución del ritual se mezclan los principales elementos de la celebración: los trajes, y la música de banda, conformada por instrumentos de viento y percusiones que provocan en los forasteros un eufórico transe que se manifiesta en danzas enérgicas,

 

Los habitantes de Etla se unen al festejo y el contingente de músicos es seguido por diablos y criaturas fantásticas que recorren diversas casas en la comunidad. Sus anfitriones les reciben y obsequian comida y bebida. El mezcal ayudará a que los danzantes recuperen sus fuerzas y puedan continuar su festejo por largas horas. La muerteada es una fantasía colectiva en la que las cosmovisiones prehispánicas y cristianas se juntan para celebrar en comunión el ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento.

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